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lunes, 27 de abril de 2015

Esos gigantes: tal vez, ni tan grandes son.

El hombre, como persona humana está sujeto permanentemente a preocupaciones de todo tipo, dado que, la dinámica de la vida en este mundo así lo compromete, púes, se siente involucrado en las distintas actividades inherentes al desarrollo normal de la cotidianidad actual. Asumiendo todo lo que se deriva de este dinamismo que implica el corre corre diario de la sociedad, el hombre es victima de todo tipo de elementos prejuiciosos, que obviamente atentan en contra de su salud y su tranquilidad, conllevándolo a situaciones que se le escapan de las manos, a fin de corregir, las diversas eventualidades que le afectan, hasta el grado, de llevarlo a la muerte inexorablemente.
Situaciones lo vuelven afanoso, en cuanto al desarrollo normal de sus actividades, transfiguración en su carácter, convirtiéndolo en un ser de mal genio, desconfiado, confrontador y una ausencia de fe, que termina por determinar, la condición de un hombre espiritualmente vacío, indolente  por la necesidad de otro, y se muestra como es el hombre actual, un ser egoísta e incapaz de mirar las cosas a traves de los ojos de Dios.
Todos los seres humanos, hombres y mujeres nos forjamos retos en todos los ámbitos, tanto en la vida terrenal como la vida espiritual, con un objetivo definido, lograr los objetivos para alcanzar una meta. Y esto lo hacemos en las distintas facetas en la que nos corresponde desenvolvernos, según la necesidad establecida; Nos proponemos en muchos casos, alcanzar una mayor jerarquía en nuestros trabajos por ejemplo, o quizás obtener un titulo universitario, hasta lograr la conquista de nuestra alma gemela de aquella persona que compartirá nuestra vida en matrimonio y así muchas y tantas cosas que nos planteamos. Sin embargo, se nos presentan trabas circunstanciales, que tratan de impedir y muchas veces lo logran, a que alcancemos lo que nos hemos propuesto. Somos victimas de debilidades humanas que nos hacen sucumbir y limitan nuestra capacidad de accionar y crea las estrategias para enfrentar y superar la adversidad. Generalmente le excedemos la magnitud de las trabas que se nos presentan y le damos demasiada importancia y de esta manera nosotros mismos nos  impedimos alcanzar nuestros sueños y allí cuando ponemos en práctica la famosa frase: “yo no puedo”.
La biblia nos orienta y nos enseña acerca de muchas cosas, y una de ellas es como enfrentar y confrontar esas actitudes que nos minimizan ante nuestros retos, más aun, cuando no tenemos un conocimiento conciso de Dios. El capitulo 13 del libro de Números nos narra acerca de como Moisés por mandato de Dios le imparte la orden al pueblo de ir en reconocimiento de la tierra de Canaán y para ello envió a doce príncipes, cada uno en representación de cada una de las doce tribus, que conformaban al pueblo de Israel. En este capitulo, se explica como fueron y que vieron, además que les impidió llegar más allá, en los versículos que a continuación se presentan, veremos la actitud de algunos de los que formaron parte de esta expedición:


Números 13:27-33.RV 1960.
27-“Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.
28- Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac
29- Amalec habita en Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habitan junto al mar, y a la ribera del Jordán.
30- Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y le dijo: Subamos luego y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.
31- Mas los varones que subieron con el, dijeron: No podemos subir contra aquel pueblo, porque es mas fuerte que nosotros.
32- Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.
33- También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza se los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langosta; y así les parecíamos a ellos.”.

Nos permitimos resaltar lo siguiente: “Y éramos, a nuestro parecer, como langostas; y así lo percibíamos”
Nosotros somos sujetos que limitamos todas las capacidades y destrezas que Dios nos da y la fe que es un don, también la limitamos y nos negamos a reconocer el alcance que tenemos para logra lo que nos proponemos.
La Biblia dice en Hebreos 11:1. RV 1960: “Es pues la Fe, la certeza se lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
Y no es acaso la actitud de estos hombres, falta de fe?, mas aun cuando ellos mismos habían sido testigos de las continuas maravillas que Dios hacia en el pueblo de Israel y sin embargo, cerraron los ojos ante el propósito de Dios que se presentaba ante ellos. Tal vez, los tipos ni tan grandes eran, pero la falta de fe y de confianza, hicieron que los vieran enormes. Así nos comportamos nosotros ante las adversidades y problemas que se nos presentan siempre, nos dejamos achicopalar y sucumbimos fácilmente y abandonamos nuestra lucha en alcanzar los objetivos trazados, porque nuestra fe se doblega y por ende dejamos de confiar en Dios.


Se apodera de nosotros: la desconfianza, el miedo, el egoísmo, los complejos, el condicionamiento de nuestras acciones, la ego sobrecargado, la avaricia y todas esas cosa que llevamos internamente, que si las descuidamos y no las combatimos a tiempo, se convierten en ese tipo de gigantes, que estos hombres vieron y sobredimensionaron por su falta de Fe. Y estos gigantes internos nuestros, son los que realmente, debemos estar dispuestos a vencer.
La formula mágica para vencerlos la tenemos a nuestro alcance y es muy sencillo, arrepentirnos de nuestros pecados, conocer de Jesucristo y entregar nuestro corazón a El y reconocerlo como nuestro único Salvador. Si, confesemos nuestros pecados a nuestro Señor Jesucristo para salvación de nuestra alma. No hay otra forma de vencer mas eficazmente a esos gigantes, dado que, Jesús es la única condición que no condiciona, pues El es libertad y aunque nos sometamos a El, somos libres, porque El es la Verdad y la Biblia nos dice:
Juan 8:31-32.RV 1960.
31- “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en El: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
32- Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
Es por eso que cuando conocemos la verdad en Cristo Jesús, nuestra visión se extiende mas allá de lo que antes nos limitábamos a ver y dejamos de jactarnos con aseveraciones bíblicas, que son muy ciertas, pero, si no conocemos de Cristo no surten el mismo efecto en nuestras vidas. Repetimos muchas Glorias a Dios como muletilla gramatical y así también muchos amenes innecesarios, porque después acompañamos estas aseveraciones, quejándonos de la situación económica, de las enfermedades viendo la vida de la vecina o del vecino, dándole rienda suelta a esos gigantes internos que nos agobian y si los dejamos correr mucho, no vamos a poder vencerlos. Jactémonos de Jesucristo, que esta en nosotros y junto a El batallaremos  a los gigantes y los venceremos.
Romanos 8:37-39. RV 1960. Dice:
37- “Antes, en todas estas cosas somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38- Por lo cual estoy seguro se que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presenta, ni lo por venir.
39- Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Nuestra Fe en Cristo, determina la victoria en la batalla cotidiana en contra de los gigantes que nos  acosan y nos acorralan, si no confiamos en Aquel que dio todo por nosotros, hasta su vida en la cruz del calvario y resucitó de entres los muertos y venció, es por eso que no hay gigante que valga ante El, en quien yo he creído


Cuando decidimos creerle a Cristo, no nos importa el tamaño de nuestros problemas y la magnitud de los mismos, son consecuencia de como ejecutamos nuestra relación con Dios. Conscientes estamos que siempre estos problemas vendrán en acoso a nuestras vidas, sin embargo, mi relación con Dios por medio de Jesucristo determinará que veamos esos problemas como gigantes o como simples enanos que fastidian. Ahora bien, Cuando estamos confiados en Dios y en ese Cristo resucitado y vencedor, no nos importa que venga cualquier gigante reflejado en crisis económica, enfermedad, problema de cualquier índole, ya que mi corazón lo determina Cristo y me ayuda a pelear y a vencer.
Filipenses 4: 12-13. RV 1960. Indica:
12- “Se vivir humildemente, y se tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así como tener abundancia como para padecer necesidad.
13- Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Jesucristo es nuestro sustento, asumámoslo creámoslo así, el guía nuestras vidas, nos cambió para enfrentar esos gigantes, El lleva nuestras cargas. Recordemos en Mateo11:28. RV. 1960 cuando nos dice: “Venid a mi, los que estáis trabajaos y cargaos, que yo os haré descansar”
Esto no significa que no tendremos problemas y gigantes que enfrentar, si los habrá, pero, nuestras cargas serán mas livianas y esos gigantes solo serán enanos, ya que con Cristo Jesús, somos mas que vencedores y todas esas cosas, será circunstancias ocasionales, las cuales pasarán, porque la palabra de Dios dice en Mateo 24:35:
“El cielo y la tierra pasaran, pero mis palabras no pasaran”.
Y de allí debemos aferrarnos, para enfrentar a esos gigantes, que tal vez ni tan grande son.

Les amo en Cristo Jesús, Atentamente:
Jacinto Brito.

27 de Abril del 2.015


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